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De Mente siniestra poetiza...


Demente y siniestra poetiza ...

Elógiame Locura Mia

Elógiame Locura Mia
Sueños Ajenos Duermen en mi Alcoba

18/10/08

Fobia al Futuro

La luna ya no brillará sus galas,
puesto que el sol ha muerto.
Sin sol no hay amor,
y sin amor no hay luna,
y sin luna, sus hijas, las estrellas
morirán poco a poco,
una por una, con cada atardecer.
Y sin sol, sin luna y sin estrellas,
nada alumbrará la vieja ciudad mas
que las opacas luces, de las casas,
que se extinguen al amanecer.
Pero ya no habrá amanecer.
¡No aquí!
¡Ah! Esa ciudad.
Tan llena de ignorancia, superstición.
Tan falta de fe, esperanza y asombro.
¿Por qué?
¿Por qué se le permite al poeta
vivir en este infierno,
donde las mentes y las almas
están congeladas?
¿Por qué la humanidad permite
que se extinga el tibio fuego
del amor y el futuro?
¿Por qué ya no son capaces
de soplar para avivar la esperanza
que se está pudriendo en un charco
en medio del desierto?



Éter


Somos como plumas,
nos aferramos fuertemente a algo.
En un revoloteo salimos volando,
caemos, lento flotamos hasta el suelo,
ahí nos quedamos.
Los demás pasan sobre nosotros
sin siquiera mirarnos.
Nos pisotean, nos ensucian…
Nos ignoran.
Estáticos nos convertimos
en despojos, restos de la vida.
Ahí tirados lloramos…
Nos damos por vencidos
y nos dejamos morir.
Alguien se detiene a nuestro lado,
nos mira, sonríe y nos levanta,
para algún día
volver a dejarnos caer.
Somos como plumas.

Al final, van a morir

Tristes son las astillas que le entran a uno, como lo son los hombres cuando se enteran que algún
día van a morir. ¡Pobres! Son tan ingenuos. Se tapan la cara y lloran, no por morir, sino porque
saben que se van a quedar solos. La idea de soledad les causa insomnio. No tienen valor para
hablar del más allá, pero ¿qué hay más allá? Se aterran, sufren y lloran por algo que no conocen
y, que tal vez, ni siquiera existe. Mejor vivan sus vidas, sigan regocijándose en sus placeres y
vanaglorias, después de todo, de poco les sirve lamentarse, al final, van a morir. Yo los veo ahora,
y los veré ese día en que, ya sepultados, las lozas de sus tumbas se cubrirán de olvido, el día en
que ni los insectos los visitarán, pues al final, van a morir.

17/10/08


El día que decidí ir a mi primer coloquio de Filosofía no pensaba en vacas auto pisteras, ni en ebrios consuetudinarios, menos en giros y vueltas finalizadas en la misma ruta con siete años de mala suerte por un espejito cabeceado, en María Juana, si, un poco nada más.

Los conceptos de cuarto y teléfono los aislaba, no conocía los extraños caprichos de un padre de meter a su hija en un teléfono con cuarto, y jacusi, claro.

Las pijamas, las creía para dormir y no como atuendo de cantina, para una cumbia mal bailada.

6 en 3, y 3 en una.
Multísonos para cada tendencia auditiva.
Escribo a oscuras, al regreso de la aventura.

Y la niebla, y las vacas, blancas, cafés, grises, se mezclan, se funden en la historia mil veces relatada, alterada dos mil.

Cuatro días son mucho para 10 minutos y un lápiz del número 2.

Los ojos de todos caían al suelo, rebotaban, pero no interrumpían a las hojas leyendo a los filósofos.

Y entre el plano ontológico y el trance, entre el trace y el plano tangible, entre la ciencia y la cultura, la epistemología y la matemática, entre los súper hombres y los semidioses, entre las espantosas flores blancas y los duendes borrachines en la casa del cerro, no atinaba a dormir.

El ligero hipo de borracho brotaba carcajadas después de 3,4,5 vasos o 1,2 garrafones de pulque, el guitarrazo cósmico y el trompetazo galáctico desentonaban con la embriaguez.

Y resulta que somos 7:

7 días para crear un mundo
7 personas en una sola
7 pecados capitales
7 años de mala suerte
7 horas de camino
7 filósofos en una camioneta
7 frases de 7 sietes

Y como diría la señorita Sarcasmo:
-5 palabras que definen el coloquio: Tacos, cerveza, Torres 5, Pulque y Mota.

15/10/08

Fotografías

Triste despedida, seco beso.
Un cigarrillo en la mano izquierda, la vista en el suelo.
Ligera lluvia cubre los lentes e impide ver con claridad.
La mente, una telaraña de ideas.
La boca murmura una canción que estaba perdida en el tiempo.
Atrás: ecos, risas, charlas.
Al frente: tristeza, llanto desesperación.
Tres hombres con gabardina en la esquina.
El cigarrillo se consume.
Curioso como sale el humo de la boca.
Distracción, las descuidadas uñas dan al humeante la apariencia de olvido.
Ropa cubierta con estrellitas que brillan al encontrarse con las luces de los autos.
La mano sostiene una colilla, ésta, seguirá su vida en algún hueco de la cantera.
Un niño pide un peso.
¿Qué cuesta dárselo?
-No tengo- expiran los labios.
Compañera, la Soledad.
Siguen cayendo millares de agujitas, que se rompen en millares más.
La compañera pide otro cigarro, la pobreza se lo niega.
Los sentimientos se amontonan en el pecho, se empujan unos a otros.
Finalmente, se asoman los cristales, patinan en las mejillas y se accidentan al llegar al mentón.
Luz roja, avance.
Ahora verde, espere.
Roja.
Vamos llegando.
Sacar dotes de actuación.
Dos metros antes de la puerta, sacude cabello y cambia semblante de melancolía por indiferencia.
-Ya llegué- y una sonrisa.